No hay castigo real en la sabiduría de la Cabalá, porque no tratamos
con un ser humano que parece cansarse, enojarse o lamentarse de algo,
sino sólo con el sistema de la providencia. Si no realizamos cierta
tarea, el sistema funciona de manera alternativa y, como consecuencia,
actúa en nosotros .
Si
manejo mi coche en cuarta velocidad y de repente, algo se rompe, cambio a
tercera. Ahora el motor funciona con mayor dificultad, yo manejo más
despacio y me siento menos cómodo, pero sigo manejando. Luego, otra
parte se rompe y cambio a otra velocidad, es decir, todo depende de
nuestra participación. Cuanto mayor es, se avanza más rápido y con mayor
comodidad, por encima del tiempo, superando todo con menos esfuerzo de
nuestra parte, por el camino de la bondad y no por el camino de sufrimientos.
Por lo
tanto, no es ningún castigo, aunque utilizamos este término en el
lenguaje cotidiano. Tampoco hay castigos en nuestro mundo. Si te portas
adecuadamente, avanzas por este camino; si no, serás corregido. Llamamos
a esta corrección, castigo. No es un castigo, sino una corrección.
En
cuanto al sistema de corrección, no es en absoluto emocional. Sólo le
atribuimos cualidades humanas, como, el bueno y el benevolente.
También puedo decir que cuando toco el piano, por ejemplo, lo considero con emoción,
como si fuera mi pareja o un amigo. Una persona aplica sus sentimientos
a los objetos con los que trabaja, no importa en lo que se involucre,
por ejemplo, una computadora, que es sólo un pedazo de metal. Así es
como nos relacionamos con el Creador, aunque es un sistema carente de
emociones, como está escrito: ‘Él ha dado una ley que no se puede
romper’ ¡El Creador es la ley de la naturaleza!
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