Eso es lo que piensan los gobiernos, las personas poderosas, los ricos y los exitosos. Incluso la persona más simple piensa que su vida entera es el resultado de lo que ella hace.
Todos
culpan a alguien por cualquier cosa que sucede y, todos pensamos que
somos los amos en este mundo. Reconocemos que la naturaleza de la
humanidad es malvada y egoísta pero, ¿qué se puede hacer si somos así?
Así es como somos y así es como vivimos y manejamos al mundo.
Ciertamente podríamos manejarlo mejor, no con esa barbarie sino, de
forma más consciente y humana. Pero, no se puede hacer nada en relación a
lo que somos así.
Construimos
todo tipo de sistemas y tratamos de estar involucrados en este mundo
tanto como sea posible. Estamos de acuerdo en que es imperfecto pero,
así es como es. Las personas suponen que el mundo es el resultado de
nuestro manejo, nuestro comportamiento, la conexión entre nosotros, la
cultura, la educación, la política, la economía, el comercio, etc.
Todo
esto determina cómo aparenta ser el mundo. Esperamos que a través de
nuestras acciones podamos mejorar nuestras vidas de alguna manera, y no
podemos aceptar que la imagen del mundo que percibimos y vemos no sea el
resultado de nuestras actividades.
Pero el Creador, el Poder Superior, traza una imagen para nosotros en cada momento de acuerdo a las Reshimot (genes espirituales). Y una imagen del mundo es descrita dentro de nosotros de acuerdo a esas Reshimot,
y no podemos influir en eso de ninguna manera, sino sólo determinar la
actitud correcta hacia esta imagen, es decir una conciencia que viene a
nosotros enteramente del Creador. Esto se aplica al pasado, el presente y
el futuro. El Creador organiza nuestra percepción de acuerdo a esa
línea de tiempo.
Lo
importante no es cómo nos relacionamos con el mundo sino, ¡cómo nos
relacionamos con el Creador! En el momento en que dirigimos nuestra
atención hacia el director, el origen, el Creador del mundo,
inmediatamente adquirimos la perspectiva correcta. Y entonces, se vuelve
claro que el mundo entero es oculto, evasivo, una imagen
temporal que es trazada dentro de nuestra mente con todas sus naciones,
países y todo el terrible desastre que está sucediendo en la faz de
nuestro pequeño planeta y dentro de todas y cada una de las personas.
La
imagen se vuelve más clara para nosotros en cada momento en todo tipo de
formas diferentes, en todas las distintas peleas internacionales y
privadas, todos los diferentes tipos de problemas internos y externos.
Todo esto es sólo para que cuando afrontemos esos problemas, aprendamos a
justificar
al Creador, la fuente. Todas esas formas son clarificadas dentro de
nuestro ego, dentro del deseo de recibir, el cual es opuesto al Creador.
Y entonces, vemos nuestro mal funcionamiento interno y lo percibimos
como una realidad externa.
Entonces,
no necesitamos lamentar las situaciones difíciles que hemos vivido en
el pasado o por las que estamos pasando ahora en el presente y perder la
esperanza de un buen futuro. En su lugar, necesitamos elevarnos y
adherirnos a nuestra raíz, la cual es sólo, el bien que hace el bien. Y
todo lo que sentimos en esta realidad, nosotros mismos y este mundo,
está destinado sólo a que por encima de todo esto nos conectemos con la
fuente buena y absoluta y, abandonemos nuestro deseo de recibir en el
cual sentimos una imagen tan distorsionada e inferior de este mundo.
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