La persona tiene que tratar de realizar ciertas acciones. No todo está
determinado por la Luz, también depende de la persona. Trata, ve y
entiende que es incapaz de hacerlo y pide ayuda, grita y no está de
acuerdo. Aquí es donde participa en el proceso: en el trabajo del grupo
en la persona y en el trabajo de la persona en el grupo.
Es cierto que las Luces
mueven a las vasijas, pero la persona y el grupo se combinan y también
el grupo con el profesor y todavía está el esfuerzo personal que se hace
en esta combinación.
Si
empiezo a realizar diferentes acciones en el grupo, por ejemplo, si tomo
obligaciones en la cocina, aunque no las quiero en absoluto, pero lo
hago porque me da vergüenza, porque quiero ser amado y respetado,
significa que mis motivos son egoístas.
Siento
remordimiento porque lo hice como resultado de mi ego y no actué por mí
mismo, con intención de amar y otorgar. El sentimiento de
arrepentimiento viene después, cuando ya no trabajo en la cocina, cuando
estoy estudiando. Estas acciones se acumulan: mi pesar porque fui
egoísta y las propias acciones en las que mi ego ayudó. Esto significa
que la inclinación al mal ayuda a la persona, ‘El faraón acerca a los hijos de Israel a nuestro padre en el cielo’.
El hecho
de que veamos gran beneficio en acciones espirituales y nos apresuremos
a realizarlas con la expectativa de una recompensa, en realidad es
gracias a la inclinación al mal. Sin ella no podríamos lograr nada. Pero
más tarde, lamento el hecho de que lo hice por mi propio bien y esta
tristeza atrae la Luz que Reforma. Estas dos fuerzas operan en nosotros
en completa armonía, como se dice: ‘el Creador los ha creado uno frente
al otro’ Y así llegamos de Lo Lishmá, es decir, en beneficio propio, a Lishmá, con el fin de otorgar. Las acciones son las mismas, sólo la intención cambia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.