Con el fin de llegar a un nuevo grado necesito adquirir un deseo adicional, la pesadez del corazón. Puedo entonces hacer un escrutinio de ello y hacer una petición con una plegaria completa al darme cuenta de que no puedo permanecer en este egoísmo; que lo que me hace falta es la cualidad de otorgamiento. No le digo al Creador que me siento mal y le pido que mejore las cosas. Mi plegaria sólo puede ser esta: “Es bueno que me hayas dado este mal de manera que entienda cómo desear el otorgamiento y elevarme hacia el amor de otros”. No pido que retire el mal, porque es la única base que puedo usar para construir sobre éste, de otra manera permaneceré como una bestia. En su lugar, debo examinar este mal, esta sensación de vacío, para reconocerlo como ayuda en contra de mi egoísmo, obligándome a conectarme con otros. Doy gracias por el “mal” y la esperanza de que permanezca porque de otra manera caería de nuevo en mi egoísmo. Pero por encima del mal quiero construir una actitud de otorgamiento hacia todos los demás. Y por lo tanto veo el mal como un ayudante que me libera de mis deseos egoístas ya que la sensación de desagrado me permite desconectarme de ellos. Si una persona se quemara, entonces no querría volver a tocar el objeto que lo quemó. Similarmente, comienzo a no querer más esos deseos y por encima de ellos, construyo una actitud de otorgamiento. Esto requiere un nuevo comienzo, Rosh Hashana (Un Año Nuevo), un estado donde ya no deseo las satisfacciones pasadas porque las siento como malas. Por el contrario, por encima de ello quiero ahora construir una actitud de otorgamiento hacia los otros. Esta transformación, la transición de uno a otro, es llamada el Comienzo de un Año Nuevo.
Entonces, tras verificar que soy incapaz de hacerlo por mí mismo, llego al Yom Kippur, teniendo sólo el deseo, pero sintiendo que carezco de la fuerza. Así es como llego a la plegaria y esto se llama el Día de la Expiación. En este estado no juzgo al Creador, sino a mí mismo porque carezco de la fuerza para otorgar, y en esto yace mi pecado. Esto es lo que clamo en Yom Kippur cuando expío todos mis “pecados”. El verdadero significado de Día de la Expiación es la revelación del Kli que está listo para la corrección. Es un punto crucial en Rosh Hashana cuando decido rechazar el antiguo deseo y abordar y resolver esforzarme por el otorgamiento. Pero en los 10 días de Rosh Hashana a Yom Kippur he verificado que soy incapaz de otorgar. Y ahora por primera vez, me dirijo al Creador con una petición genuina y logro hacer contacto con Él. Esta petición le llega a Él porque no pido satisfacción, sólo la fuerza de corrección. Es así como llego a la puerta de la plegaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.