Todas nuestras fiestas representan parte del proceso espiritual que cada ser humano sobre la tierra debe atravesar durante una de sus vidas en este mundo, independientemente de sus creencias o religión. Yom Kippur (El Día del Perdón) y los días que le preceden, desde Rosh HaShanná, son un punto determinante en este proceso.
* Rav Dr. Michael Laitman*
Los cabalistas, quienes se dedican a la investigación del origen y propósito de la vida, descubrieron que el ser humano nace en este mundo para gozar de él. Nos explican que esa es la Meta de la Creación, y que el método para alcanzarla fue denominado “Cabalá” (“recepción”, en hebreo) porque nos enseña cómo recibir y disfrutar del placer y deleite destinados para nosotros. Sin embargo, no es posible realizar dicho propósito, sino sólo después de haber alcanzado el estado de perfección. Yom Kippur, el Día del Perdón, constituye una fase elemental en el proceso, en la cual nos familiarizamos progresivamente con nuestros atributos defectuosos, o sea, con nuestras inhabilidades humanas. Este descubrimiento nos conduce a la corrección y, en última instancia, a la plenitud.
El Mundo de Atzilut
A diferencia de la ciencia común, el científico cabalista se acerca a la investigación de cualquier fenómeno, sólo si la raíz (causa original) del fenómeno investigado está a su alcance. De ahí que para alcanzar la raíz espiritual de las fiestas de Israel, así como la causa de todos los fenómenos y acontecimientos en nuestro mundo, es necesario ascender a un grado espiritual llamando el “Mundo de Atzilut”, también denominado el “Mundo de Corrección”. Se trata del más alto nivel de corrección que un ser humano puede alcanzar en su ascenso por la escalera espiritual. El Mundo de Atzilut consta de cinco “estructuras espirituales” llamadas Partzufim, cada una de las cuales está compuesta de diez Sefirot (de la palabra zafiro, brillo, en hebreo) que representan diez atributos diferentes por los cuales se revela la abundancia (el Creador) en nuestro mundo. Nueve de estas diez Sefirot están plenamente corregidas, mientras que la décima Sefirá (singular de Sefirot), la Sefirá de Maljut, pasa por un proceso gradual de corrección.
A diferencia de la ciencia común, el científico cabalista se acerca a la investigación de cualquier fenómeno, sólo si la raíz (causa original) del fenómeno investigado está a su alcance. De ahí que para alcanzar la raíz espiritual de las fiestas de Israel, así como la causa de todos los fenómenos y acontecimientos en nuestro mundo, es necesario ascender a un grado espiritual llamando el “Mundo de Atzilut”, también denominado el “Mundo de Corrección”. Se trata del más alto nivel de corrección que un ser humano puede alcanzar en su ascenso por la escalera espiritual. El Mundo de Atzilut consta de cinco “estructuras espirituales” llamadas Partzufim, cada una de las cuales está compuesta de diez Sefirot (de la palabra zafiro, brillo, en hebreo) que representan diez atributos diferentes por los cuales se revela la abundancia (el Creador) en nuestro mundo. Nueve de estas diez Sefirot están plenamente corregidas, mientras que la décima Sefirá (singular de Sefirot), la Sefirá de Maljut, pasa por un proceso gradual de corrección.
El pecado del Primer Hombre
Para poder corregir la Sefirá de Maljut nació la estructura espiritual llamada “El Primer Hombre (Adam HaRishón)” -la vasija espiritual colectiva- a partir de lo cual, cometió el pecado y se fragmentó en múltiples partes que conforman las almas de las personas en nuestro mundo. La humanidad, que está destinada a alcanzar el grado espiritual llamado “Adam” -el grado de semejanza al Creador-, debe corregir el alma quebrada de Adam HaRishón (Primer Hombre) y devolverla a su estado perfecto de antes del pecado. Este proceso eleva al creado y lo conduce a realizar el Pensamiento de la Creación, por sí mismo. Es sólo entonces que el creado merece el calificativo “Ser humano (Adam, en hebreo)”, habiendo logrado igualar sus atributos a los de la Fuerza Superior. Rosh HaShanná es el día en el que el primero de los seres humanos comenzó el proceso de su corrección espiritual, o sea, el inicio de la corrección del alma colectiva fragmentada, el alma de Adam HaRishón, por lo cual ese día es considerado un día festivo. Diez fases que conducen al Día del Perdón En las diez fases iniciales del proceso de corrección, el cabalista descubre diez escalones espirituales, llamados los “Diez días de arrepentimiento”, en los cuales se va familiarizando con la complejidad de la vasija que debe corregir. Así él va distinguiendo entre sus deseos internos que se le permite utilizar y los que aún están prohibidos, por su falta de semejanza con la Fuerza Superior, la cual se caracteriza por los atributos de amor y otorgamiento. De hecho, descubre que los deseos pertenecientes a la Sefirá de Maljut, son totalmente opuestos en forma de la Fuerza Superior. Al reconocer sus limitaciones, el creado pide auxilio. Es decir, pide fuerzas de corrección y siente que está necesitado de expiación (Kapará). Ese estado es llamado Yom Kippur.
El Reconocimiento del Mal
La primera etapa del acto de corrección es apartarse del mal (Salmos 34,15: “apártate del mal y haz el bien”). El mal entonces, es aquel rango de operación dentro del cual el cabalista es incapaz de igualarse a la forma de la Fuerza Superior, a causa del predominio del atributo de Maljut sobre él. No se trata de un comportamiento físico, sino, de un estado sagrado donde uno reconoce plenamente los límites de su vasija. Este reconocimiento se llama “el reconocimiento del mal” -reconocimiento de sus atributos imperfectos- y es de gran importancia, ya que le permite al individuo saber qué tipo de corrección debe demandar de la Fuerza Superior para poder avanzar a la próxima fase espiritual, llamada “Sucot”. Demanda de corrección Por lo tanto, Yom Kippur constituye una fase intermedia necesaria en el proceso de formación de la vasija espiritual, la cual comienza en Rosh HaShanná y llega a su conclusión en la fiesta de Simjat Torá (La alegría de la Torá), cuando el cabalista reconoce sus límites y sella su demanda de corrección. A partir del Día del Perdón, el creado comienza su corrección, de hecho, y al final de la fiesta de “Sucot”, logra recibir las Luces en la vasija corregida, y se empeña en la celebración de la alegría de la Torá, la alegría de la Luz.
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