Dr. Michael Laitman en conversación con Oren Levi y Niza Mazoz
Resumen
Tu Bishvat representa un estado especial en el cual la persona ve el fruto de su trabajo de plantarse a sí mismo en el entorno correcto.
Habiendo realizado 39 labores, es recompensada con frutos: el fruto del
árbol del conocimiento y el fruto del árbol de la vida.
La
impresión de la vida espiritual pasada aún permanece en el pueblo judío,
para que puedan renovarla hoy en día. Pero para desarrollarla
apropiadamente, la sociedad tiene que ayudarnos a avanzar hacia la meta
espiritual y creceremos como el árbol del campo.
La
primera fase en el proceso de crecimiento es el reconocimiento del bien y
el mal. Tenemos que definir de forma precisa qué es bueno y qué es malo
y llevar a cabo auto-revisiones y escrutinios internos, de nosotros
mismos y de aquellos a nuestro alrededor.
La meta
es llegar al atributo de amor y otorgamiento. Para hacer eso, tenemos
que ascender por encima de nuestra naturaleza egoísta, la cual quiere
succionar todo para su propio bien y, adquirir una naturaleza opuesta,
la cual quiere dar todo a otros, satisfacerlos, como está escrito: “He
visto un mundo opuesto”.
Mientras
más queremos ascender, más tenemos que conectarnos con las personas
porque nuestra actitud hacia la creación y especialmente hacia la gente
es lo que nos conecta con las fuerzas espirituales superiores.
Si
cambiamos nuestra actitud de recibir a dar, descubriremos el mundo
superior y veremos una nueva realidad en la cual cada uno está en amor y
plenitud perfectos, amándose el uno al otro. Para hacerlo, no
necesitamos corregir a otros, sino a nosotros mismos, así sentiremos el
amor, la Shejiná, la paz y el placer que llenan este mundo. Este es el fruto que eventualmente alcanzaremos.
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