Dr. Michael Laitman en conversación con Oren Levi y Tal Mandelbaum ben Moshe
Resumen
La forma de pensar de un hombre es
muy personal e individualista, por lo que la persona actúa bajo su
propio interés y a expensas de los otros.
Esto queda muy claro cuando observamos
bebés. Un bebé no piensa en nada más que en sí mismo y hasta los tres
años no puede sentir a los demás y si crece en una familia muy
indulgente, continúa relacionándose con el mundo de esta forma, aún
cuando crece.
La persona nace sin ninguna inclinación
especial, todo lo contrario. Es un completo egoísta que aprende a
calcular, pero hay neuronas espejo en su cuerpo, justo como las que
tienen los animales.
Todos somos parte de un sistema y estamos estrechamente conectados por infinitas líneas de comunicación interna: pensamientos,
deseos e impresiones. Todo es una red general, como una bolsa de
crutones en un plato de sopa. Tenemos la habilidad innata de sentir al
otro, pero es egoísta, para que nos cuidemos de lo que nos pueda dañar.
Solo a través del método de educación integral, basado en la sabiduría
de la Cabalá, podemos aprender a usar la conexión de forma no egoísta.
La meta
de nuestro desarrollo es construir las conexiones mutuas correctas
hasta que nos sintamos como “un hombre con un corazón” y estemos en
perfecta reciprocidad, en complementación mutua. Y entonces ninguno
necesitará cuidarse a sí mismo porque todos los demás le cuidarán y él
cuidará de ellos.
Cuando una persona se libera de la
auto-preocupación, se siente como bebé en los brazos de su madre y es
libre para cuidar a los demás. En el camino hacia esta totalidad, se
somete a un estado llamado el reconocimiento del mal, en el cual
reconoce que es imposible continuar con las malas relaciones entre las
personas.
En la cima de nuestra evolución, en el
estado corregido, seremos capaces de sentir a todos los demás
simultáneamente. Nuestras neuronas se conectarán y serán un cerebro.
Esto pasará sólo si usamos el método de la sabiduría de la Cabalá que
nos enseña a conectar y amar correctamente a los demás.
Entonces seremos como un banco de peces o
una parvada de pájaros moviéndose como un solo cuerpo y sentiremos la
fuerza superior en nuestro cerebro común que nos llevará a una conexión
cada vez más grande.
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