Yo me limito todo el tiempo porque mi deseo es muy pequeño, muy estrecho. Nosotros construimos todo tipo de
dispositivos que amplían nuestra visión del mundo: telescopios,
microscopios, receptores de radio, y descubrimos una realidad que es
mucho más rica que la realidad que sentimos en nosotros mismos. Pero
tratamos de contraer e incluso de limitar este segmento de la realidad
que se encuentra dentro del alcance de nuestra visión. Al final, yo me hago viejo y cerrado
hasta que me muero. Me muero porque estoy de acuerdo con la muerte y
deseo contraer mis instrumentos de percepción.
La imagen se vuelve repugnante para mí y me desvanezco gradualmente
junto con el desvanecimiento de mi vida. Esto es lo que sucede con el
deseo de recibir. Por otro lado, con el deseo de otorgar,
que construyo por encima del deseo de recibir, yo mismo me abro y
descubro una realidad que se encuentra por fuera de mí, por fuera del
deseo de recibir. Esta es una realidad eterna y ella empieza a
suministrarme las fuerzas de la vitalidad. Ahora, a pesar de que mi
cuerpo muera de manera natural, yo ya vivo en otra “región” que se
encuentra más allá del tiempo y del espacio. Allí, yo recibo la Luz
que fluye desde todas partes. En nuestro mundo,
nosotros nos movemos de un lugar a otro y en él vemos una especie de
realidad en eso. Pero si nos moviéramos cerca de la velocidad de la luz,
entonces, como resultado de un cambio en percepción del espacio, yo
vería desde todos los lados la realidad que me rodea. El problema aquí
no es mi visión; sino la luz misma aparentemente me llega de esta
forma. De acuerdo con esto, yo emerjo de una comprensión “lineal” y
entro en una “circular”, en la Luz Circundante (OM).
Precisamente de esta manera nosotros
contraemos el tiempo. Porque con esto, la distancia, el tiempo son
“cero” y no sólo yo recibo la Luz desde todos los lados, sino que
comienzo a percibir toda la realidad existente en círculos; me elevo por
encima del tiempo. Ahora éste ya no existe para mí; simplemente no
puede existir. Ya no hay más espacios entre “hoy” y “mañana”, no hay
espacios entre dos momentos. Yo recibo todo por igual desde todas las
direcciones, todo es equilibrado, anulado mutuamente y yo estoy todo
el tiempo en todas partes en un todo integrado, en la realidad unificada
de la creación.
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