El Creador nos creó como egoístas y nos forzó a separarnos. Llegamos tras todas las preparaciones realizadas de Arriba hacia abajo y por eso es imposible que se nos exija querer y alcanzar el otorgamiento. Necesitamos ser realistas y tratar de hacer lo que somos capaces de hacer. Pero en realidad, se nos ha dado el punto en el corazón con el cual podemos llevar a cabo algunas acciones externas dirigidas hacia el otorgamiento. Sin embargo, esto no ocurre dentro del corazón ya que este es completamente egoísta. Así es como establecemos nuestras relaciones hacia el otorgamiento: Dependiendo de qué tenga más peso: el punto en el corazón o el corazón en sí. El corazón todo lo jala hacia él. Esta es su naturaleza. El punto en el corazón también jala hacia algún lugar y no queda claro hacia dónde. Ambos tienen fuerzas opuestas entre sí. Este estado me es entregado por naturaleza. Sin embargo, a través del medio que es el entorno, puedo incrementar la fuerza del punto en el corazón diez veces, cien veces, o mil veces, es decir, según se presente la oportunidad gracias al grupo y a mi conexión con este. Si la fortaleza en el punto en el corazón se vuelve más grande, seré capaz de llegar a un estado en el que puedo equilibrarlo con el corazón y tratar de superarlo. Algunas veces ganará el corazón, algunas veces ganará el punto en el corazón y de esta manera pasaré por ascensos y descensos y me moveré hacia adelante. Esto continuará hasta que finalmente haya invertido suficientes esfuerzos para elevar el punto en el corazón por encima del corazón. Uno debe tratar continuamente de lograr este vuelco.
Al principio, tengo el corazón, negro, malvado y el punto en el corazón. El punto es muy pequeño y el corazón es mucho más grande que este. Sin embargo, en virtud de conectarme con otros puntos y esforzarme por el otorgamiento, recibo de ellos la fuerza para resistir mi corazón, pelear con este y anularlo, por así decirlo. Cada vez que aplico más esfuerzos de este tipo, llego finalmente a la ruptura y entiendo que no soy capaz de nada, que no tengo fuerza. Aquí es cuando elevo una plegaria (MAN) y sucede un milagro, ¡la salvación! Hay muchas transiciones que está ocurriendo en el interior y esto no sucede directamente, sino que tiene lugar un vuelco. Después de todo, no estamos pidiendo lo que recibimos más adelante. Por eso es llamado un milagro.

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