
Es un hecho conocido que si una persona tiene que poner los esfuerzos en algo, como por ejemplo en cuidar de su niño o mascota, o hacer algo sólo para ganar dinero, entonces gradualmente comienza a valorar aquello en lo que ha invertido. Entonces sus pensamientos y deseos se centrarán en esto. De esta manera, podemos elevar nuestros deseos y pensamientos, en virtud de las acciones que ni siquiera tienen la intención correcta en un primer momento, y entrenarnos para tener nuevos pensamientos y deseos. Estas oportunidades especiales se nos proveen por medio de nuestro mundo, de nuestro estado, donde además del deseo y del pensamiento, también hay acciones materiales que podemos hacer debido a razones materiales indirectas: en aras del dinero, del respeto, conocimiento y poder, y por lo tanto podemos desarrollar nuevos deseos a través de ellos. De esta manera, ¡las acciones influyen los pensamientos de tal manera que yo puedo sentir como si todo el mundo estuviera en realidad sobre mis hombros! Si tengo que alcanzar un deseo perfecto, entonces tengo que experimentar temor y preocupación por el mundo entero. Esto ya es llamado la elevación en el otorgamiento. Eso es porque yo no estoy preocupado por este mundo debido al hecho de que mi bienestar depende de él, sino que quiero alcanzar el atributo de otorgamiento y otorgarle con él al Creador. Podemos alcanzar esto en virtud de las acciones, al poner continuamente nuestros esfuerzos a través de nuestros amigos y junto con ellos, en el gran mundo. Este trabajo abre nuestro deseo de estar conectados con el mundo porque nos investimos en él. Yo comienzo a entender y a sentir mejor esos deseos externos y esto me da nuevas fuerzas y aspiraciones. Así es como la acción gobierna el deseo. Y cuando yo recibo los nuevos deseos, solo tengo que incrementarlos y eso ya es más fácil. Puedo hacerlo con la ayuda de los amigos, del entorno.
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