Cuando el Ser Humano descubre la verdadera esencia del Creador y se comporta segun esa naturaleza, de otorgante o dador, ese acercamiento es tan intenso, que se da cuenta que no necesita de su religion, esta permanece solo como parte de su entorno cultural y social en este mundo.
Después que nacemos con las habilidades innatas, involuntariamente absorbemos los valores y las normas del entorno. Cada uno de nosotros elige su influencia a su manera, incluso los bebés se sienten atraídos hacia cosas diferentes, aunque no siempre nos damos cuenta. Y así, los atributos externos, los más pequeños, se visten con nuestros rasgos básicos. En este sentido, cada persona es única y debemos conservar esta singularidad. Nosotros sólo podemos estar en desacuerdo con la influencia externa dirigida hacia ésta singularidad. Por ejemplo, si durante cinco años la persona se quedó en una sociedad mala, tuvo una influencia negativa sobre sus atributos y esta lo llevó en una dirección antisocial, podemos oponernos a esta influencia. Pero no hay que oponerse a lo natural de la persona, a los atributos preliminares porque contienen la raíz de esa persona, su libertad. No tenemos derecho a tocarlos, porque nadie será capaz de sustituir esa parte del mosaico general de la creación. Debemos, por tanto, preocuparnos acerca de la influencia de un buen entorno. Entonces, todas las tendencias naturales que la persona tiene, se desarrollarán como es debido aunque hasta ahora la influencia positiva no estuviera.
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