
Rav: ¡Esto no importa en lo absoluto! No pretendo mirar el mundo a través de los ojos de un japonés o de un chino, de un ucraniano o de un africano. No estoy interesado en eso. El tema principal que me interesa es cambiar yo mismo, para que cualquiera de las opiniones, deseos y pensamientos extranjeros, sean aceptados y absorbidos dentro de mí exactamente de la misma manera que los míos. Eso es todo. ¡Y no importa de qué tipo son!. Supongamos que tengo un hijo nacido de una mujer japonesa. Veo que él tiene algún tipo de sistema específico para percibir el mundo, un punto de vista hacia el mundo. Bien, entonces, ¿tengo que empujarlo para que necesariamente acepte mi sistema? ¡Eso es imposible!. Las diferentes percepciones del mundo son el resultado de un cambio específico de las funciones cerebrales que se han desarrollado y evolucionado en dicho sistema, que hoy no puede ser destruido. Toda nuestra metodología de educación integral se basa únicamente en autoconocimiento y ¡de ninguna manera en reprimirnos a nosotros mismo o a los demás! Por los medios de represión, nos apartamos completamente del avance evolutivo correcto hacia la armonía con la naturaleza. ¡La naturaleza no aguanta eso!. Nos parece que la naturaleza está obligándonos, pero esto sólo se hace para que voluntariamente hagamos el primer movimiento por nosotros mismos. Y ella seguirá obligándonos hasta que encontremos este generoso destino y demos el primer paso. Sin embargo, la naturaleza no nos indica qué paso tenemos que dar. Por esa razón debo intentar por todos los métodos posibles desarrollar a mi hijo. Como dice en la Biblia: “Educa a tu hijo según sus caminos”, lo que significa, según sus inclinaciones y potencial interno obtenidos por naturaleza.
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