Las Luces, que entran en los deseos y los llenan, evocan la sensación en el deseo de la clase de llenado que es, el grado de similitud del deseo con la Luz, con el Creador. Ellos se denominan los nombres sagrados del Creador. Parte del deseo de recibir placer se vuelve “sagrado”, lo que significa que es capaz de trabajar en aras del otorgamiento, y por esa razón se llena con la Luz de Jassadim o incluso con la Luz de Jojma. Estos deseos vuelven similares al Creador.
El Creador mismo no tiene un nombre. El Creador es una completa y perfecta HaVaYaH llena con la Luz del Infinito. Pero no hay nombres en el mundo del Infinito porque los nombres representan una cierta limitación: “misericordioso”, “bondadoso”, etc. Por eso el Creador no tiene un nombre. Todos sus nombres sagrados son diferentes formas en las que nosotros lo percibimos a Él de acuerdo con el grado de nuestra corrección. Es similar a tus características individuales, con las que yo te percibo: llevas anteojos, vistes bien, eres un padre, un ingeniero
En otras palabras, te adjudico diferentes nombres o definiciones, pero no te conozco en realidad. Sólo distingo cierta particularidad en ti a cada momento, en relación con una cierta cualidad específica. Así es como sucede el entendimiento del Creador, a través de sus “nombres sagrados”, diferentes formas de otorgamiento, las cuales nos acercan a Él. Pero cuando corregimos todos nuestros “620″ deseos y los convertimos en deseos de otorgamiento, se convierten en los 620 nombres sagrados y a través de su colectividad finalmente lo alcanzamos a Él. Y cuando combinemos todos estos nombres en un Nombre, como está escrito: “Y el día llegará cuando Él y Su nombre sean Uno”, verdaderamente alcanzaremos al Creador.
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