“¿Quiénes son ustedes, pueblo de Israel?”
Una y
otra vez, los judíos son perseguidos y aterrorizados. Siendo judío, a
menudo me cuestiono el propósito de esta incesante agonía. Algunos creen
que las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial son inimaginables hoy
en día. Y aun así, vemos cómo de forma fácil y abrupta el estado mental
que precedió el Holocausto está resurgiendo y los gritos de ‘Hitler
tenía razón’ son emitidos más a menudo y de forma más abierta.
Pero hay esperanza. Podemos revertir esta tendencia, todo lo que se requiere es que tomemos conciencia de la imagen más amplia.
Dónde estamos y de dónde venimos
La
humanidad está en una encrucijada. La globalización nos ha hecho
interdependientes, mientras que la gente está cada vez más llena de odio
y alejada entre sí. Esta situación insostenible y altamente volátil
requiere de una decisión acerca de la futura dirección de la humanidad.
Pero para entender cómo nosotros, el pueblo judío, estamos involucrados
en este escenario, necesitamos regresar a donde todo comenzó.
El
pueblo de Israel surgió hace cerca de 4,000 años en la antigua
Babilonia. Babilonia era una civilización próspera cuyo pueblo se sentía
conectado y unido. En las palabras de la Torá, ‘Toda la tierra tenía un solo idioma y una sola lengua’ (Génesis, 11:1).
Pero
mientras sus lazos se hacían más fuertes, también lo hacían sus egos.
Comenzaron a explotarse y, finalmente a odiarse entre sí. Entonces
mientras los babilonios se sentían conectados, sus egos, cada vez más
intensos, los alejaban a unos de otros. Viéndose entre la espada y la
pared, la gente de Babilonia comenzó a buscar una solución para su
predicamento.
Dos soluciones para la crisis
La
búsqueda de una solución llevó a la formación de dos puntos de vista en
conflicto. El primero, sugerido por Nimrod, rey de Babilonia, fue
natural e instintivo: dispersión. El rey argumentaba que cuando las
personas están lejos una de otra, no tienen disputas.
La
segunda solución fue sugerida por Abraham, un renombrado sabio babilonio
de ese tiempo. Él argumentó que de acuerdo a la Ley de la Naturaleza,
la sociedad humana está destinada a unirse, por lo tanto, se esforzó por
unir a los babilonios a pesar y por encima de su creciente ego.
En pocas
palabras, el método de Abraham era una forma de conectar a las personas
por encima de sus egos. Cuando comenzó a abogar por su método entre sus
paisanos, ‘miles y decenas de miles se reunieron a su alrededor y
sembró su precepto en sus corazones’, escribe Maimónides (Mishné Torá,
parte 1). El resto de las gente eligió el camino de Nimrod: la
dispersión, como lo hacen dos vecinos en conflicto cuando se evitan
entre sí. El pueblo se dispersó gradualmente y llegó a ser lo que ahora
conocemos como ‘la sociedad humana’.
Hasta ahora, cerca de 4000 años después, podemos comenzar a evaluar cuál camino fue el correcto.
La base del pueblo de Israel
Nimrod
forzó a Abraham y sus discípulos a salir de Babilonia y se mudaron a lo
que más tarde llegó a ser conocido como ‘la tierra de Israel’.
Trabajaron en unidad y cohesión de acuerdo al precepto, ‘Ama a tu
prójimo como a ti mismo’, conectados por encima de su ego, descubrieron
‘la fuerza de unidad’, el poder oculto de la Naturaleza.
Cada
sustancia consiste de dos fuerzas opuestas, conexión y separación, que
se equilibran entre sí. Pero la sociedad humana está evolucionando
usando sólo la fuerza negativa -el ego. De acuerdo al plan de la
Naturaleza, se requiere que equilibremos, de forma consciente
la fuerza negativa con la positiva -unidad. Abraham descubrió la
sabiduría que permite el equilibrio y hoy nos referimos a esta
sabiduría como, ‘la sabiduría de la Cabalá’.
Israel significa directo al Creador
Los discípulos de Abraham se llamaban a sí mismos Ysrael (Israel) por su deseo de ir Yashar El (directo
a Dios, al Creador). Es decir, deseaban descubrir la fuerza de unidad
de la Naturaleza para equilibrar el ego que se interponía entre ellos. A
través de su unidad, se encontraron inmersos en la fuerza de unidad, lo
superior, raíz de la realidad.
En
adición a su descubrimiento, Israel también aprendió que en el proceso
del desarrollo humano, el resto de los babilonios -los que siguieron el
consejo de Nimrod y se dispersaron por el mundo y ahora, se han
convertido en la humanidad -también tendrían que lograr la unidad. Esa
contradicción entre el pueblo de Israel, que se formó a través de la
unidad y el resto de la humanidad, que se formó como resultado de la
separación es sentida, incluso, el día de hoy.
El exilio
Los
discípulos de Abraham, el pueblo de Israel, experimentó muchas luchas
internas. Pero por 2,000 años su unidad prevaleció y fue el elemento
clave que los mantuvo juntos. En realidad, sus conflictos estaban
destinados sólo para intensificar el amor entre ellos.
Sin
embargo, aproximadamente hace 2,000 años, sus egos llegaron a tal
intensidad que ya no pudieron mantener su unidad. El odio infundado y el
egoísmo hicieron erupción entre ellos y les provocaron el exilio. En
realidad, el exilio de Israel, más que exilio de la tierra física de
Israel, es exilio de la unidad. La alienación dentro de la nación
israelí les causó el dispersarse entre las naciones.
De
regreso al presente, hoy la humanidad está en un estado similar al que
experimentaron los antiguos babilonios: interdependencia junto con
alienación. Pues somos completamente interdependientes en nuestra aldea
global, la solución de Nimrod de ir cada uno por nuestro lado ya no es
práctica. Ahora se requiere
que usemos el método de Abraham. Es por esto que el pueblo judío,
quienes previamente implementaron el método de Abraham y se conectaron,
deben reavivar su unidad y enseñar el método de conexión a toda la
humanidad. Y a menos que lo hagamos por acuerdo propio, las naciones del
mundo nos obligarán a hacerlo, por la fuerza.
A ese
respecto, es interesante leer las palabras de Henry Ford, fundador de
Ford Motor Company y conocido antisemita, en su libro, El judío internacional -el principal problema del mundo:
“La sociedad tiene un gran reclamo en su contra (del judío) que
él…comience a cumplir…la antigua profecía de que a través de él, todas
las naciones de la tierra serán bendecidas”.
Las raíces del antisemitismo
Tras
miles de años de esforzarse por construir una sociedad humana exitosa,
usando el método de Nimrod, las naciones del mundo están comenzando a
entender que la solución a sus problemas no es tecnológico ni económico
ni militar. En su subconsciente, sienten que la solución está en la
unidad, que el método de conexión existe en el pueblo de Israel y por lo
tanto reconocen que dependen de los judíos. Esto los hace culpar a los
judíos por cada problema en el mundo, pues creen que los judíos poseen
la llave para la felicidad del mundo.
De
hecho, cuando la nación israelí cayó de su ápice moral de amor de otros,
comenzó el odio a Israel entre las naciones. Por lo tanto, a través del
antisemitismo, las naciones del mundo nos incitan a develar el método
de conexión. El Rav Kuk, el primer rabino en jefe de Israel, apuntó
hacia este hecho con sus palabras, “Amalek, Hitler y en adelante, nos despiertan hacia la redención” (Ensayos del Raiá, volúmen 1 ).
Pero el
pueblo de Israel no está consciente de que tiene en sus manos la llave
de la felicidad del mundo ni que la fuente del antisemitismo es que los
judíos son portadores del método de conexión, la llave de la felicidad,
la sabiduría de la Cabalá, pero no la están revelando en absoluto.
Develación obligatoria de la sabiduría
Mientras
el mundo gime bajo la presión de dos fuerzas en conflicto -la fuerza
global de conexión y el poder separador del ego -estamos cayendo en el
estado que existió en la antigua Babilonia, previo a su colapso. Pero
hoy no podemos alejarnos el uno del otro para calmar nuestros egos.
Nuestra única opción es trabajar en la conexión, en nuestra unidad. Se
requiere de nosotros, añadir al mundo la fuerza positiva que equilibra
el poder negativo del ego.
El
pueblo de Israel, descendiente de los antiguos babilonios que siguieron a
Abraham, deben implementar la sabiduría de la conexión, es decir la
sabiduría de la Cabalá. Se requiere de ellos que establezcan un ejemplo
para toda la humanidad y así se vuelvan una ‘luz para las naciones’.
Las
leyes de la Naturaleza dictan que lograremos un estado de unidad. Pero
hay dos caminos para llegar ahí: 1) un camino de sufrimiento mundial,
guerras, catástrofes, plagas y desastres naturales o, 2) un camino de
equilibrar gradualmente el ego, el camino que Abraham plantó en sus
discípulos. Este último es el que sugerimos.
Unidad es la solución
Está escrito en El Libro del Zóhar, ‘Todo se sostiene en base al amor’ (porción, VaEtjanan). ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’ es el gran precepto de la Torá;
es además la esencia del cambio que la sabiduría de la Cabalá está
ofreciendo a la humanidad. Es la obligación del pueblo judío unirse con
el fin de compartir el método de Abraham con toda la raza humana.
De acuerdo al Rav Yehuda Ashlag, autor del comentario Sulam (escalera) a El Libro del Zóhar,
“Depende de la nación israelí capacitarse a sí misma y a todos los
pueblos del mundo… para desarrollarse hasta que asuman ese sublime
trabajo del amor a otros, el cual es la escalera hacia el propósito de
la Creación”. Si logramos esto, encontraremos solución a todos los
problemas del mundo, incluyendo la erradicación del antisemitismo.
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