Hoy todos los medios que fueron útiles
en el pasado no son válidos. No hace ninguna diferencia cómo elijamos
avanzar, qué planes hagamos, o a qué recomendaciones o innovaciones
lleguemos. Con el tiempo todo esto sólo profundizará la crisis en que
estamos, obligándonos a perder nuestras fuerzas en vano, a aumentar el
dolor y el sufrimiento.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Un hombre
sabio trata de identificar por adelantado todo el proceso de principio a
fin, con respecto a una meta predeterminada. Si hacemos esto, sin duda
nos ahorraremos el dolor y seguiremos el camino que aun así nos llevará
al mismo resultado.
Por otro lado, mientras sigamos
aplazando la única corrección posible, las fases desagradables sólo se
estirarán y se prolongarán. Si seguimos avanzando a lo largo del plano
egoísta corpóreo, elevamos nuestro ego cada vez y superamos los malos
estados que se revelan. Nuestro ego sigue creciendo y nos inventa cada
vez innovaciones tecnológicas, medios de comunicación, o legislación más
sofisticados.
En vez de un rey, tenemos un parlamento;
ahorramos dinero en cuentas bancarias y damos prioridad a las empresas
privadas. ¿Por qué es así? Con el fin de darles a las personas
diferentes oportunidades para llenar el deseo egoísta y seguir avanzando
de este modo. Estamos en un movimiento perpetuo, y en cada nivel
descubrimos su inutilidad en el momento en que no podemos satisfacer las
demandas de nuestro deseo de desarrollarnos por nosotros mismos y esto
nos obliga a mantener en el desarrollo.
Hoy en día, el deseo ha alcanzado un
cierto nivel de saciedad y ahora podemos decidir qué hacer con él. Sin
importar por qué medios lo intentemos, no tenemos éxito. La materia, el
deseo de recibir, que ha sido la base para el desarrollo de la sociedad
humana durante miles de años, ya no es fructífera. La competencia ya no
puede ser el motor del progreso.
Estamos en busca de nuevas direcciones,
tratando de entender qué más podemos hacer. Pero no encontramos nada. No
hay más oportunidades en la industria, el comercio o la ciencia.
Nosotros mismos nos hemos llenado y agotado.
Por supuesto, preferimos creer que este
es un callejón sin salida temporal en vez de pensar en un nuevo avance,
pero hay un problema fundamental: Hemos desarrollado la sociedad sólo
con el fin de utilizar la fuerza de nuestro ego. Hoy en día el ego ya no
funciona.
Por lo tanto, no debemos continuar
nuestro avance en las direcciones que hemos desarrollado hasta ahora. La
fuerza egoísta, la base de nuestro progreso se ha agotado. Ya podemos
ver que ha empezado a consumirse a sí misma.
En el pasado, la persona quería tener
una familia, criar a sus hijos, construir una casa, y llegar a ser rica.
Hace sólo una década o dos, estos objetivos y demandas eran claramente
entendidos. Pero hoy en día, muchas personas no se sienten atraídas por
ella. Los viejos valores han desaparecido de repente. Por tanto, es
mejor sentarse y fumar un porro, lo cual se ha vuelto prácticamente
legal, y eso es todo.
La humanidad ha perdido los pilares de
agarre y de apoyo del ego, los cuales han sido nuestro motor de progreso
a lo largo de la historia. A pesar de que los gobiernos y los medios de
comunicación todavía se las arreglan para desdibujar la realidad,
realmente no hay ninguna otra parte hacia la cual podamos avanzar.
Si seguimos a aferrándonos a la cima y
profundizando cada vez más en la piscina de disminución de las menor
oportunidades, los problemas sólo aumentarán. Cuanto más sigamos
avanzando por este camino, más rápido será nuestro desarrollo negativo.
El mal uso del ego y su uso excesivo en nuestros tiempos eventualmente
nos muestra que ya no funciona. La inutilidad del amor propio está
haciéndose evidente.
Ya vemos los cambios de conducta en las
relaciones entre las personas y los países. Muchos ni siquiera quieren
pensar racionalmente si esto es bueno o malo para ellos, sino que
simplemente actúan desde sus impulsos y prefieren no pensar en los
resultados. Por lo tanto el comportamiento egoísta común está cambiando
gradualmente.
Esta es una fase muy peligrosa, dado que
puede llevar a una explosión en cualquier dirección posible. Por lo
tanto, la sabiduría de la Cabalá está revelándose, aunque
aparentemente sea una cosa artificial, no natural para nosotros, en
realidad es lo correcto y natural.
Si ya hemos agotado nuestro impulso
egoísta humano para avanzar y desarrollarnos, entonces solo nos queda
una cosa por hacer: Ascender al siguiente nivel que está por encima del
amor propio. Hay otra fuerza en el mundo, además de la fuerza de
recepción, se trata de la fuerza de otorgamiento. Entonces, ¿por qué no
establecer una nueva humanidad sobre la base de este atributo? ¿Por qué
no establecer nuestras relaciones con base en ella? Usemos la segunda
fuerza en la naturaleza. Nosotros no debemos seguir ignorando el
otorgamiento. Siempre ha estado a nuestra disposición, pero no sentimos
la necesidad de ella, debido a que el ego nos empuja hacia adelante y
considera redundante a la fuerza del otorgamiento.
La fuerza de recepción arde en nosotros
cada vez más y nosotros ni siquiera pensamos que el otorgamiento nos
ofrecía mayores oportunidades para avanzar. Esto se debe a que con la
ayuda de otorgamiento, usamos las vasijas externas del entorno, que son
los deseos, los alcances, las conexiones y la gran mente, la gran fuerza
que está en el exterior. Ni siquiera pensamos que podíamos
desarrollarnos a lo largo del camino positivo con la ayuda de la fuerza
de otorgamiento.
El otorgamiento está basado en el
beneficio mutuo. Este abre perspectivas infinitas porque la humanidad
finalmente puede unir fuerzas en vez de perderlas en luchas internas,
porque en realidad es la separación la que nos debilita. Es como una
pareja rica que se divorcia y sus abogados obtienen todo su dinero.
Finalmente las dos partes se quedan sin nada en comparación con lo que
tenían antes.
En general, la competencia y la ambición
nos ayudan a avanzar sólo si no competimos directamente entre nosotros
sino sobre la base del odio mutuo, más bien, si en vez de ello hacemos
esto en el plano conceptual, en aras de la humanidad. Hoy en día la
competencia entre nosotros es quién es mejor y de quién es la mejor
mercancía. En este tipo de lucha cada uno quiere acabar con la
competencia, lo cual es un estado destructivo, no constructivo. En tales
casos no es el bienestar general lo que gana y por lo tanto es
perjudicial para todos nosotros.
Ahora hemos comenzado un período de
competencia destructiva. Como resultado, el ego empieza a consumirse y
se convierte en una enfermedad que destruye a las personas. En el pasado
el ego era la fuerza de desarrollo, pero ahora se ha convertido en una
fuerza destructiva.
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