Ellas se oponen entre sí y al mismo tiempo preservan la armonía mutua. El mismo mecanismo natural puede
aplicarse a las relaciones humanas. Nosotros también sentimos el
desapego, la cercanía, el enfriamiento y el ardor. Por lo tanto, pasamos a través de las
mismas formas de desarrollo que el universo. La diferencia es que
estamos en un nivel superior de conciencia. Es obvio que no podemos
“dedicarnos” sólo a una de estas grandes fuerzas, dado que no
sobreviviremos sólo al inhalar o solo al exhalar. La vida es un contraste de opuestos. Si
todo es bueno y maravilloso, si la dulzura no está marcada al menos por
una gota de especias o de amargura, perdemos el sentido del gusto y no
encontramos la esencia de la vida. Esta es una condición insoportable. Sólo una combinación de ambas fuerzas
(positiva y negativa) nos da una sensación correcta y una chispa de vida
que emerge entre ellas. De lo contrario, todo se desvanece, se disuelve
en la monotonía.
Pregunta: ¿Cómo ambas fuerzas, los procesos de expansión y consolidación, se manifiestan en la historia de la humanidad?
Dr. Laitman:
Por un lado, nos asentamos a lo largo de todo el mundo, nos separados y
nos desapegamos unos de otros, odiamos a los demás y luchar con ellos.
Vamos más allá de las antiguas fronteras de los límites previos, sin
desear observarlos, rompemos nuestros acuerdos, contratos, uniones,
“liberándonos” a nosotros mismos de esta forma de nuestras
responsabilidades. La fuerza que nos empuja hacia este tipo
de comportamiento es el egoísmo. Cuanto más alto es, menos que
dispuestos estamos a conectarnos con alguien o con algo. Tampoco
queremos deberle nada a nadie.
Por otra parte, la fuerza de
consolidación y unión también nos afecta, haciendo que nos conectemos y
nos agrupemos, promoviendo una sensación de que nos necesitamos unos a
otros, que nos obliga a buscar las razones para unirnos, encontrar
paralelo y experimentar cercanía. Hay una oportunidad a la inversa: la
fuerza de expansión nos abre el corazón hacia el mundo entero, mientras
que la fuerza de consolidación sale del egoísmo y nos hace buscar el
beneficio personal en la conexión con los demás. Todo depende de cuál de estas dos fuerzas forme nuestra concepción del mundo: buena o mala. De una forma u otra, es la interacción
entre ambas fuerzas la que origina una sensación de vida en nosotros. Es
por eso que es muy importante equilibrar estas energías de manera que
ambas estén orientadas hacia la dirección correcta. Por ejemplo, tendemos a idealizar
nuestras fantasías sobre la pareja “correcta” que se asemeja a dos
“palomas”. Sin embargo, en el mundo real, las familias están basadas
generalmente en conflictos. Necesitan “especias”, sin las cuales el
matrimonio se vuelve insípido; se trata de “leños” que deberían ser
añadidos al fuego del amor. Entonces, ambas fuerzas tienen que ser
aplicadas plenamente; aunque, ambas deberían conducir al logro de una
meta única y unificada. Su combinación tiene que estar basada en el
equilibrio y proporcionar una eficacia máxima que viene de una fuerza
conjunta.
Pregunta: ¿Cómo podemos crear y mantener el equilibrio entre las dos fuerzas?
Dr. Laitman: Nosotros debemos establecer una meta para ambas. En esencia, son las fuerzas de
otorgamiento y recepción, atracción y rechazo. No es importante, en qué
nivel o en qué esfera se implementen, ya sea mecánica, electricidad, u
otros campos de la actividad humana. En este momento, estamos hablando de la
influencia de las fuerzas dentro de nosotros y entre nosotros, a nivel
sensorial. En consecuencia, debemos equilibrar la intensidad de nuestro
egoísmo con la fuerza altruista de otorgamiento. Inicialmente la fuerza de recepción nos
domina: Queremos atraer y tener en nuestro poder todo lo que podría ser
beneficioso para nosotros. Por otra parte, no deseamos que otros tengan
todo lo que es bueno para nosotros. Este es nuestro estado original,
genuino. Debemos encontrar la manera de equilibrar esta mala fuerza. Nuestros esfuerzos para igualar la mala
fuerza dentro de nosotros, nos llevará a un sistema en el que mantenemos
una armonía interna como una célula sana de un organismo. En conjunto,
las células vigorosas se reponer entre sí y tienen buen cuidado de sus
vecinos. Si esto ocurre, se nos permite recibir de tal manera que
podamos beneficiar aún más a los demás. Por lo tanto, estamos formando un
organismo general, todas las partes que están conectadas integralmente.
Generamos un nuevo “cuerpo”, una nueva vida en el nivel del hablante,
por encima del inanimado, vegetativo y animado. En otras palabras, el nivel humano no se
trata de nosotros como somos hoy. En este momento, sólo nos ocupamos de
la parte superior del nivel animado. Cuando construyamos un sistema
correcto, será llamado “un Hombre” (Adam). En la medida en que
éste contenga dos fuerzas que se compensen entre sí, empezaremos a
sentir la naturaleza a mayor profundidad y amplitud.
Pregunta: ¿Qué nos falta hoy para ser capaces de crear un sistema que sea adecuado para el nivel humano?
Dr. Laitman: Hay una deficiencia de la fuerza de otorgamiento. En este momento sólo actúa en nosotros el deseo de recibir. Actualmente, estamos en transición desde
el nivel animado a un nivel humano. Sin embargo, es sólo la fuerza de
recepción la que cultivamos. Cualquiera de nuestras acciones de
otorgamiento solo tiene el propósito de recibir cada vez más. Si no
fuera por eso, no seríamos capaces de deshacernos de nada en absoluto. Así que, sin importar lo que hagamos,
todo lo que hay en nosotros es recepción, ya sea de forma evidente u
oculta. El deseo de recibir lo gobierna todo, mientras que nosotros no
tenemos la fuerza de otorgamiento en absoluto. Sin embargo, si encontramos la manera de
generar una fuerza de otorgamiento entre nosotros para equilibrar la
energía de la recepción con la fuerza de otorgamiento y luego mantener
el equilibrio entDre ambas fuerzas, nos convertiremos en una nueva
criatura llamada un “Hombre”. Crecerá en nosotros un nuevo tipo de
conciencia. Este será construido sobre ambas fuerzas lo cual nos permite
formar un sistema de otorgamiento por encima de la estructura de
recepción. Cuando logremos construir ambos sistemas, detectaremos el
nivel superior de la naturaleza, el nivel del hablante. Hoy en día, todavía no hemos alcanzado
este nivel. Nos falta la segunda parte de él, la fuerza de otorgamiento.
Como resultado, no podemos estar conectados realmente y ahora nos
parecemos a un montón de frutos secos en un saco que se mantienen unidos
sólo con la ayuda de la presión externa; de lo contrario, serían
simplemente dispersados.
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