Sin embargo, los cargos contra ellos son siempre diferentes: la muerte
de Jesús, la economía, la política y el dominio del mundo. Parece
ilógico, puesto que las razones cambian todo el tiempo, mientras que el
odio permanece.
El mundo está evolucionando e
internalizando nuevos valores, como la tolerancia y los derechos
humanos. En Occidente, la hostilidad religiosa del pasado ya no existe,
pero el odio hacia los judíos no ha perdido su fervor.
En el fondo de los hechos han sido
distorsionados, a veces de forma completamente irreal. Nos culpan por
cosas que no tienen relación con la realidad e incluso esas cosas nos
causan un daño real a nosotros. Nuestras huellas se encuentran en una
amplia gama de desastres y hay un sin fin de mentiras.
Las reacciones desproporcionadas en
relación al asunto judío se han convertido en una tradición. El treinta y
cinco por ciento de las decisiones del Consejo de Derechos Humanos de
la ONU condena a Israel, el 60% de las reuniones de emergencia de la
Asamblea General de la ONU se realizaron en contra de Israel y el 70% de
las decisiones actuales están dedicadas a Israel.
En el pasado año, una traductora de la
ONU olvidó apagar el micrófono y se expresó con respecto a la extraña
obsesión de la comunidad mundial en relación a Israel, mientras que
otras naciones encuentran innumerables problemas.
En resumen, Israel centra la atención del mundo sobre sí misma como un factor negativo que invita al rechazo y al odio general.
Esto es aún más sorprendente si se
tienen en cuenta los antecedentes de la inversión de los judíos en
muchas áreas diferentes del desarrollo mundial.
Como hemos indicado anteriormente, las
naciones del mundo sienten una oposición fundamental e interna hacia el
pueblo judío en cuyo poder se encuentran dos fuerzas, otorgamiento y
recepción, mientras que ellas sólo se aferran a la fuerza egoísta de
recepción.
Así que nuestros actos de bondad y
caridad no le interesan a nadie. Inconscientemente estamos esperando que
el mundo reconozca nuestro servicio, “miren cuánto beneficio les hemos
traído”. Sin embargo, este beneficio no se tiene en cuenta, es
irrelevante y nadie está siquiera pidiéndonos estos favores. En vez de
ello y por el contrario, la gente siente que somos los portadores del
mal. Ellos sienten esto.
Al parecer, todo está claro: Nuestros
premios Nobel y el resto de los premios se presentan como prueba
irrefutable, mientras que nuestro daño se reparte en forma de difamación
y calumnia sin fundamento. Aun así, todos creen en la negatividad y
no toma lo positivo en cuenta.
Ha llegado el momento de que nosotros
entendamos este enfoque de las naciones y entendamos que exigen algo más
de nosotros. Exigen que mejoremos sus vidas.
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