La Torá nos
advierte de no corromper nuestras sensaciones y que no debemos tratar a
las personas como lo dicta el ego inmisericorde.
Cada uno de nosotros es un juez. Ustedes deben juzgar a la persona
sin prejuicio y sin mirarla. Puede ser negra o amarilla, fea o guapa, o
podría hablar de manera asombrosa y conmoverlos hasta las lágrimas etc.
¿Cómo puede asegurarse un juez de dirigir un proceso sin prejuicio?
Para hacer eso, tiene que juzgarse a sí mismo. Después de todo, si
ustedes juzgan a otra persona de acuerdo a una perspectiva libre de
prejuicio, lo cual significa que se visten en el Creador en el nivel de
ella, y el veredicto es equivocado, entonces deben asumir la culpa por
el acusado y pagarle por su deuda a toda la sociedad, a toda el alma
general.
Si envían a un ladrón a la prisión y tras cumplir su condena queda
libre y roba otra vez, significa que ustedes deben hacerse prisioneros
en vez de él porque esta sentencia fue incorrecta. Si él no se reformó
por diferentes razones cuando estaba en prisión y roba una vez más,
significa que ustedes son culpables, no él, dado que ustedes y la
sociedad debieron haberlo corregido y no lo hicieron.
Así, cuando sale libre, ustedes afrontan el problema de qué hacer con
él, mientras que nosotros sabemos exactamente qué hacer con ustedes:
los ponemos en prisión o recurrimos a otras formas de corrección.
Comentario: Si siguiéramos ese principio, todos los jueces estarían ahora en prisión, pero como todos sabemos, la prisión no reforma.
Dr. Laitman: No
se mencionan prisiones en la Torá. En realidad, la prisión no reforma y
lo vemos de acuerdo a lo que sucede hoy en día. Los sabios sabían esto
hace 5000 años.
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